Por: Gustavo Ortega, profesor de ESAN.
La combinación de factores de gran impacto generan incertidumbre y cambios disruptivos porque modifican la forma en que vivimos, trabajamos y nos relacionamos.
La crisis sanitaria necesitó de pocas semanas para mostrar la fragilidad de las organizaciones. Las empresas, luego de contener la hemorragia, iniciaron su reactivación en plena pandemia. Con nuevas reglas de juego y a punta de empuje de sus líderes y equipos, que vieron en la adopción de la tecnología digital, la oportunidad para re acelerar las operaciones o pivotar a nuevos modelos de negocio.
Se podría decir, entonces, que personas y organizaciones, entre ellas, las empresas; han acelerado su proceso de transformación digital casi por accidente, y no debió ser así; sobre todo cuando está ocurriendo la cuarta revolución industrial. Revolución marcada por la integración de las tecnologías digitales con las personas y la sociedad, que modela la nueva normalidad a gran velocidad.
Se necesita creatividad e innovación.
Los directivos están cuestionando los supuestos de las formas tradicionales de trabajar y operar. Entienden la necesidad de empezar, cuanto antes, la adaptación para operar en distintos escenarios.
Por lo pronto, llevamos 8 meses de pandemia y la crisis sigue aquí. La pandemia no va a terminar mañana, ni en unos meses. Incluso, cuando se declare el fin de la pandemia, estaremos frente a una enfermedad endémica que aparece cada cierto tiempo.
Además, la transición hacia el mundo digital es un proceso de transformación con altos niveles de incertidumbre. Por lo pronto, beneficiará a quienes sean capaces de innovar para adaptarse.
Nuevos retos requieren nuevas habilidades.
La luz al final del túnel, por ahora, está en la gestión de proyectos de innovación. Es imperativo conocer un marco de trabajo para resolver problemas y retos de manera creativa y ágil. El caso es, que el Design Thinking provee procesos de trabajo que deben estar presentes en todo proyecto de innovación. Permite el trabajo con equipos multidisciplinarios. Fomenta la creatividad, la empatía y la colaboración. Impulsa los entregables rápidos gracias a sus procesos de trabajo, iterativos e incrementales, con prototipos para probar, aprender y modificar.
Y, por lo tanto, genera confianza en los líderes para aceptar las innovaciones.
Por supuesto, el contexto y las necesidades que llevan a una empresa a ejecutar proyectos de innovación son siempre diferentes: depende del modelo de negocio, de la atractividad del sector y de las espaldas financieras.
(…) el Design Thinking provee procesos de trabajo que deben estar presentes en todo proyecto de innovación. Permite el trabajo con equipos multidisciplinarios.
En cambio, las recomendaciones generales suelen ser las mismas: Los primeros proyectos deben buscar innovaciones fáciles de implementar. Generan el “oxígeno” necesario, encienden el motor de la mejora continua y desarrollan la disciplina de la ejecución. También se debe involucrar a todos de manera directa e indirecta en los proyectos de innovación. Y, esa es, una de las fortalezas del Design Thinking. Otro pilar importante es la persona responsable de la transformación, que debe ser el líder. Son los líderes que con el ejemplo deben estimular el esfuerzo necesario para que la adopción de las tecnologías digitales sea exitosa. Sin embargo, el mundo digital es aún incipiente y ya se nota la exclusión digital de las personas, dentro y fuera de las empresas.
Por ello se debe invertir en el desarrollo de las personas y en la cultura; así todos serán capaces de vivir y adoptar la transformación.
Mientras más pronto interioricemos que necesitamos impregnar la innovación en la estrategia de la empresa y trabajar con un marco como Design Thinking para buscar creatividad, más rápido comenzaremos a transitar por el nuevo normal, en medio de una crisis sanitaria, hacia un futuro más promisorio.
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